La lluvia riega cada metro del circuito de Interlagos. Las dos balsas de agua que le dan ese sobrenombre al Autódromo José Carlos Pace de Sao Paulo hace ya un rato que rebosan, que no necesitan más líquido elemento. Pero las nubes están caprichosas y dejan caer su contenido sobre el negro asfalto. Los pilotos se preparan, los equipos terminan de ultimar los detalles que tienen entre manos y el público vibra en las gradas con la emoción contenida. Un brasileño vuelve a salir en la Pole Position.
La húmeda locura brasileña de 2003
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